Si nuestro objetivo financiero es maximizar el valor de la empresa, antes tendremos que saber cuál es su valor inicial y, para ello,
En la anterior entrada de nuestro Blog, concluimos que el objetivo financiero debe ser maximizar la riqueza de los propietarios de la empresa. Los propietarios de la empresa son los titulares de los valores (acciones o participaciones) de la misma. También en la misma publicación, esbozábamos una metodología para que el “CFO eficaz” desarrolle sus funciones como Director Financiero.
Pues bien, si nuestra misión es aumentar el valor de la , primero tendremos que determinar cuál es el valor actual “real” de la misma, y luego podremos plantearnos cómo aumentarlo.
En mi opinión, hay que distinguir previamente entre dos valores:
– El Valor de Mercado de la empresa.
– El Valor Calculado (estimado) de la empresa.
El Valor de Mercado de la empresa es el precio que un posible comprador está dispuesto a pagar por ella. Ya adelanto que éste no tiene por qué coincidir con el valor “real” que buscamos.
En el caso de las empresas que cotizan en bolsa, ese valor de mercado es fácil de determinar: es el valor de cotización. Pero dicho valor no es el real, pues la cotización depende de las expectativas de futuro sobre la empresa y de las órdenes de compra y venta que se negocian en un mercado organizado concreto como es la bolsa de valores.
En otro caso, para una empresa no cotizada, el valor de mercado dependerá de la fijación del precio por parte del comprador y del vendedor. Es decir, aquí el valor depende de un acuerdo entre ambos, y claramente aquí puede, o no, aproximarse a su valor real.
Y por tanto, ya sea respecto del valor cotizado en bolsa, o bien del valor acordado entre las partes en caso de las no cotizadas, puede resultar que la empresa se esté valorando en el mercado por encima o por debajo de su valor real. Ya sabemos que el comprador pretende comprar por debajo del valor real de la empresa; el vendedor, por el contrario, pretende vender caro; y por último, las Autoridades Fiscales pretenderán estimar fielmente las plusvalías obtenidas para aplicar los impuestos que correspondan. Por consiguiente, no tendremos más remedio que calcular un valor que consideraremos valor “real” de la empresa (aunque sabemos que no dejará de ser una estimación), y compararlo así con el valor de mercado.
El Valor Calculado (estimado) de la empresa es el valor que tomaremos como valor “real” de la empresa, y el que nos servirá para evaluar la situación de partida, y poder plantearnos así el objetivo financiero de maximizar la riqueza para los propietarios. Este valor “real”, que yo prefiero llamar “Calculado”, se puede determinar por diferentes métodos. Tradicionalmente se han clasificado en tres tipos:
– Métodos estáticos: la información empleada es básicamente la del balance de la empresa. (Valor Patrimonial).
– Métodos dinámicos: ahora combinamos la información patrimonial con las previsiones futuras de distintas variables contables: beneficios esperados, dividendos a repartir, crecimiento de ventas, etcétera.
– Métodos de múltiplos: consisten en comparar la información económica de la empresa con la información obtenida del mercado. Aplicando estos métodos, no necesitamos tanta información como en los métodos dinámicos, y se ahorra tiempo de estudio, pero son aplicables preferentemente a empresas cotizadas, siendo más difícil su aplicación a las no cotizadas.
Como puede comprobar el lector, el cálculo de la valoración de la empresa resulta un asunto capital para que un CFO dirija las finanzas de forma eficaz. Se trata de evaluar la situación, yendo de lo más general a lo más particular. En efecto, la valoración de empresas está dentro de la primera etapa de nuestra metodología, el Análisis Financiero. En próximas publicaciones, expondremos de una forma sencilla cada método de valoración.
A partir de aquí, para mejorar sólo tendremos que practicar.
Alberto Torrecillas Hernández
Director del Área Económica y Financiera
ASELEC asesoría y abogados